A las 9 horas del día 8 de Marzo del 2014, debíamos partir hacia el oriente de Rancagua, para un ejercicio de socios y amigos del Radio Club Valles del Maipo. Por la carretera El Cobre nos internamos entre cerros de la Cordillera de los Andes dejando paisajes para una postal. La ordenada caravana había recorrido veinticinco kilómetros pavimentados, mientras Patricia (CE4 PBU) como una verdadera guía, relataba por la radio de VHF los hitos importantes que debíamos conocer a orillas del camino. En un momento dijo emocionada: “A mi derecha, pueden ver el pueblo que me vio nacer, es Coya, está igual como la dejé.” Doblamos hacia Pangal y cruzamos el río Cachapoal por el puente Chacayes, llegando a la Administración de la Reserva casi al mediodía, eran otros 14 kilómetros de tierra. Luego de dejar ingresados los datos personales de cada uno, incluso las edades, nuestro camino continuaba hacia el sur por unos cinco kilómetros más, entre árboles que tocaban la pesada carga de antenas, carpas y mástiles.
Al fin, habíamos llegado para descargar mochilas y armar carpas. Hacía calor y el camping “Ranchillo” nos recibía con un cielo azul y el piso como una gran alfombra verde. Bajo la sombra de los espinos, pusimos unos pesados mesones de madera, lo más cerca posible del asador y de la llave de agua. Casi armada la carpa, algunos ya tenían la carne asándose y el equipo de HF sintonizado en alguna estación lejana. En VHF no había nada, sólo soplido o comunicaciones nuestras.
Aparecieron cuatro guardaparques que vestían uniforme típico de las Reservas de Conaf, nos dieron algunos consejos, para la estadía en el lugar: no podríamos cortar madera para hacer leña, quedaba prohibido matar pajaritos, insectos o todo lo que fuera del lugar, que por razones de protección de los recursos naturales, debíamos cuidar y cumplir con las normas. De lo contrario, el infractor sería expulsado. Nada de fogatas, un silencio absoluto debería haber durante la noche. La aparición de lechuzas nos hizo sacar cámaras fotográficas. Por el paso de una estrella fugaz, hubo exclamaciones de admiración. La radio de los diexistas, bajita para que otros pudieran dormir.
Agradecimientos a Leticia, la primera dama radioaficionada chilena de categoría superior, su señal XQ4NUA. Ella hizo posible que llagáramos al valle por donde pasa el Río de los Cipreses, lugar habitado por hombres de la “Cultura Guaiquivilo” entre los años 900 d.c. y 1.400 d.c., los que dejaron parte de sus vivencias estampadas allí en las rocas de esa gran reserva nacional de 36.882 hectáreas. Ahora habíamos aprendido como cuidar aquel lugar de la Comuna de Machalí. Las generaciones que vienen, nos agradecerán por haber protegido el patrimonio histórico de Chile.
Luis del Valle V., CE3ACK